Si el constitucionalismo moderno es un sistema de valores, entonces su comprensión implica ir más allá del Derecho y de los diferentes ordenamientos jurídicos, pues en lo esencial se trata de un sistema ético que busca responder a la pregunta sobre cuál es la mejor forma en que debe organizarse políticamente una sociedad contemporánea.

Y si el constitucionalismo moderno es una ética que, al decir de Habermas, ha colonizado el mundo de la vida, entonces resulta lógico suponer que sus elementos integradores también deberían poderse emplear en las relaciones interpersonales, en contextos diferentes (y adicionales) a lo estrictamente institucional, es decir, en la cotidianidad. En otras palabras: una ética política restringida a los ires y venires de la acción gubernamental está incompleta, y hay que ponerla a prueba en las demás capas en las que se desenvuelve la sociedad. Una visión como esta sobre lo que implica el Derecho, y el Derecho constitucional particularmente, conlleva necesariamente una reflexión acerca del potencial emancipador de lo jurídico.

El libro desarrolla estas premisas de forma clara y concisa, al amparo de una sólida teoría constitucional que se construye desde el derecho comparado (bajo los postulados de la Escuela Socio Cultural y Transnacional de la  Historia del Derecho, propuestos en el contexto del grupo de investigación CC - Constitucionalismo Comparado), y muy precisamente, desde las concepciones culturales del Derecho. En ese sentido, lo novedoso del documento reside en que se logra proponer una lectura del constitucionalismo moderno desde el interculturalismo, y que desde esa misma perspectiva se realiza una crítica de algunas versiones de lo que se conoce como constitucionalismo global, e incluso, del discurso moral subyacente a los derechos humanos, que de una u otra forma sí suponen una imposición cultural desde Occidente hacia el resto del mundo, urbi et orbi. 

Disponible en: Grupo Editorial Ibáñez.